Dijimos, en la entrada anterior, que la "nueva gobernabilidad" actúa "desde dentro" de la movilización social, con el objeto de disciplinar y controlar desde la inmanencia de los acontecimientos para desactivar cualquier germen antisistémico.
El artista REP expresa, tal vez, ese sentido en la siguiente viñeta, publicada horas después de la desocupación disciplinada del predio del Parque Indoamericano de Bs. As.:
La "nueva gobernabilidad", el nuevo arte de gestionar las poblaciones tiene por objeto darle un poco más de "hilo de carretel" al capitalismo. Ahora, la gestión política, le exige a los excluidos, a los trabajadores, disciplina y virtud. "Si quieren vivienda, ni se les ocurra tomar propiedad pública o privada", dicen los funcionarios... Vaya paradoja de un estado "nacional y popular" que legitima con institucionalidad y discursos la ajenidad, la separación entre trabajo y capital. ¡Al pueblo se le recomienda virtud, al capital grata acumulación!! Es decir, en terminos marxiamos: la lisa y llana expropiación de un sector por otro. Y eso es bueno, nos dicen, es "nacional y popular".
Donatien Alphonse François (el Marqués de Sade) reflexiona a través de uno de sus personajes libertinos: "...la virtud es útil a los demás (dicen los sofistas del sistema) y en este sentido es buena, ya que si es dado de no hacer más que el bien a los demás, yo, a mi vez, sólo recibiré el bien. Este razonamiento no es más que un sofisma: por el menguado bien que yo recibo de los demás... hago un millón de sacrificios que no me resarcen en nada. Al recibir menos de lo que doy, hago un mal negocio, soporto mucho más daño de las privaciones originadas por el hecho de ser virtuoso...; como el arreglo no es equitativo, no debo pues someterme a él... Queda ahora el mal que puedo causar a los demás por ser ... vicioso, y el mal que yo a mi vez recibiré si todo el mundo se me parece. Admitiendo una completa circulación de vicios, me arriesgo seguramente; pero la pena experimentada por lo que arriesgo es compensada...; y aquí es donde la igualdad queda restablecida, donde todo el mundo, más o menos, es igualmente feliz, lo que no ocurre, ni podría ocurrir, en una sociedad donde unos son buenos y los otros malos, ..."
Clarito. En una sociedad perversa, injusta, obrar virtuosamente es inequitativo para el que obra bien...
Después vendrán los kantianos, los habermasianos para convencernos de los beneficios de la virtud... revolucionaria..., y a darle letra a los políticos que retroalimentarán el esquema: "disciplina, votos nacionales y populares..., si no botas!!!"
La casa está en orden.
miércoles, 15 de diciembre de 2010
martes, 14 de diciembre de 2010
Maquiavelo, gobernabilidades y Villa Soldati.
L. Althusser en La soledad de Maquiavelo destaca una de las innovaciones teóricas del florentino: en una sociedad en transición, en una sociedad en crisis, la construcción de un nuevo estado (nacional) necesita de un nuevo tipo de soberanía, de un nuevo Príncipe, capaz de configurar una nueva gobernabilidad alejada de la vieja gobernabilidad feudal. Aquella sociedad en transición, del feudalismo al capitalismo, exige, lo advertía Maquiavelo, un nuevo estado en condiciones de "congelar" institucionalmente un nuevo tipo de articulación entre la configuración burguesa en ascenso y los gobiernos.
Maquiavelo sabe muy bien, lee Althusser, que el poder no nace del "lenguaje mítico del iusnaturalismo burgués", sino de la fuerza, de la capacidad de consolidar y legitimar socialmente el poder político. Sabe el florentino que la efectiva gobernabilidad del Príncipe va a depender, en el nuevo escenario de movilización de la incipiente revolución burguesa, de la eficiencia de las "técnicas" de control social de las multitudes en movimiento. Sabe, que para asegurar la nueva gobernabilidad del Soberano, el Príncipe necesita legitimar su externalidad institucional con determinadas artes de gestión de lo público. Por eso, los gobiernos, si quieren sostenerse y reproducir el poder, tienen que tener muy en claro cual es el territorio social en el que van a desplegar las técnicas de dominación, pues dos peligros, dice Maquiavelo, lo acechan: caer en la tiranía y el odio popular. Para evitarlos es preciso "enraizar" el poder en el pueblo; es decir, "maquiavélicamente" dicho: articular y atar eficazmente los sectores sociales relevantes con la institucionalidad gobernante. Esta inteligencia en la gestión y en el arte de gobernar poblaciones, reconfigurando la gobernabilidad, se hace más urgente y difícil cuando las sociedades atraviesan lo que A. Gramsci denóminó: crisis orgánica y no crisis políticas. En estas últimas, en las crisis políticas la activación de los mecanismos consolidados bastan para el control, para la reconducción y la disciplina social. En cambio, en épocas de crisis orgánicas, la sociedad (civil) se desconecta y desfasa de la institucionalidad política, lo que trae aparejado una profunda crisis de legitimidad de las instituciones públicas, y en lo social una diversidad de situaciones que se juegan entre la degradación y la creación potente, capaz de desestabilizar, no dialécticamente, sino afirmativamente el sistema; de ahí lo imperioso de activar una nueva gobernabilidad, en tanto se quiera reproducir y consolidar la configuración social establecida; en nuestro caso: la socialización capitalista. Nuevo "maquillaje" de gobernabilidad, nueva institucionalidad, para una misma matriz de valorización y acumulación privada de capital.
En nuestra época se agudiza la crisis orgánica del capitalismo, arrojando a multitudes enteras por fuera de los mecanismos básicos de "integración" de la socialización capitalista. La sociedad capitalista actual profundiza su incapacidad congénita de exclusión social; no tiene capacidad para asegurar a las poblaciones el acceso a las necesidades y a la apropiación de uso básicas. Por eso nos encontramos en una "sociedad en movimiento", en transición, hacia un incierto futuro que sólo la historia venidera dilucidará.
Por lo pronto, nuestros gobernantes parecen entrever la necesidad de activar nuevas formas, nuevas técnicas, para gobernar a las poblaciones. Los nuevos escenarios sociales exigen nuevas gobernabilidades. No alcanza con las técnicas tradicionales de control y represión social. Los mecanismos tradicionales del disciplinamiento están agotados al agotarse el Estado de Bienestar. Mucho de esto entrevió M. Foucault en su curso "Seguridad, territorio, población". Las elites dominantes comienzan a darse cuenta de la necesidad de una nueva manera de atender los desbordes sociales, para contenerlos, reconducirlos y eventualmente reprimirlos. Comienzan a darse cuenta de la necesidad de controlar la movilización social "desde adentro", desde la inmanencia, ya no alcanza con la externalidad de la fuerza disciplinante de los mecanismos tradicionales de contención e inclusión social. Controlando desde su interior a cualquier movimiento, movilización o desborde social para poner en juego elementos de desactivación de toda posible insurgencia antisistémica. Las vías tradicionales de disciplinamiento social, que hacían uso inmediato de la represión a la menor movilización social ya están agotadas y en gran medida han perdido su legitimidad. Para las "viejas" gobernabilidades estatales toda movilización social debía ser reencausada y ordenada, y, en ocasiones, activaba algunas reformas sociales y un reacomodamiento de la crisis política. Hoy, las nuevas gobernabilidades comienzan a advertir que más bien conviene alentar determinados tipos de movilización social, para activar desde dentro elementos de desactivación de gérmenes antisistémicos y activar elementos de una nueva manera de articular los movimientos con el gobierno y el estado.
En los sucesos que vienen abriéndose paso a partir de la toma del "Parque Indoamericano" en Villa Soldati de la ciudad de Buenos Aires, se advierte el tire y afloje, la disputa, el choque, entre estas dos maneras prácticas de entender la gobernabilidad de las poblaciones. Por un lado, el gobierno de M. Macri preocupado en cuidar las formas de la vieja gobernabilidad, porque considera que con esas prácticas puede medrar y obtener legitimidad de la clase media bonaerense. El viejo estilo conservador popular remozado: gobernar eficazmente y reprimir rapidamente toda movilización social desde la externalidad. Ellos saben que nada tienen que ver con los pobres, ni nada quieren tener con ellos, son algo molesto que hay que disciplinar al viejo estilo. Pero falla el macrismo al no advertir que la sociedad cambió.
Mientras tanto el gobierno nacional, que mejor entiende la necesidad de una nueva gobernabilidad, se "frotó las manos", disfrutando de como fracasaba el viejo estilo. Por eso, al principio del conflicto, entregó a la policia federal como fuerza de choque represiva del viejo estilo. Se alejó del conflicto para dejar mal parado al gobierno de M. Macri. Pero, con el correr de las horas, se dio cuenta que el naufragio del viejo estilo también puede salpicarlos a ellos. Pronto se dieron cuenta que era necesario intervenir en la crisis y activar inmediatamente el nuevo estilo de gobernabilidad, actuando articuladamente con la movilización social para reconducirla y desactivar los gérmenes antisistémicos de la misma.
Hasta ahora, los Kirchner han sido eficaces a la hora de poner en marcha la nueva gobernabilidad, veremos si eso alcanza para hacer frente a la feroz crisis orgánica del capitalismo argentino.
Maquiavelo sabe muy bien, lee Althusser, que el poder no nace del "lenguaje mítico del iusnaturalismo burgués", sino de la fuerza, de la capacidad de consolidar y legitimar socialmente el poder político. Sabe el florentino que la efectiva gobernabilidad del Príncipe va a depender, en el nuevo escenario de movilización de la incipiente revolución burguesa, de la eficiencia de las "técnicas" de control social de las multitudes en movimiento. Sabe, que para asegurar la nueva gobernabilidad del Soberano, el Príncipe necesita legitimar su externalidad institucional con determinadas artes de gestión de lo público. Por eso, los gobiernos, si quieren sostenerse y reproducir el poder, tienen que tener muy en claro cual es el territorio social en el que van a desplegar las técnicas de dominación, pues dos peligros, dice Maquiavelo, lo acechan: caer en la tiranía y el odio popular. Para evitarlos es preciso "enraizar" el poder en el pueblo; es decir, "maquiavélicamente" dicho: articular y atar eficazmente los sectores sociales relevantes con la institucionalidad gobernante. Esta inteligencia en la gestión y en el arte de gobernar poblaciones, reconfigurando la gobernabilidad, se hace más urgente y difícil cuando las sociedades atraviesan lo que A. Gramsci denóminó: crisis orgánica y no crisis políticas. En estas últimas, en las crisis políticas la activación de los mecanismos consolidados bastan para el control, para la reconducción y la disciplina social. En cambio, en épocas de crisis orgánicas, la sociedad (civil) se desconecta y desfasa de la institucionalidad política, lo que trae aparejado una profunda crisis de legitimidad de las instituciones públicas, y en lo social una diversidad de situaciones que se juegan entre la degradación y la creación potente, capaz de desestabilizar, no dialécticamente, sino afirmativamente el sistema; de ahí lo imperioso de activar una nueva gobernabilidad, en tanto se quiera reproducir y consolidar la configuración social establecida; en nuestro caso: la socialización capitalista. Nuevo "maquillaje" de gobernabilidad, nueva institucionalidad, para una misma matriz de valorización y acumulación privada de capital.
En nuestra época se agudiza la crisis orgánica del capitalismo, arrojando a multitudes enteras por fuera de los mecanismos básicos de "integración" de la socialización capitalista. La sociedad capitalista actual profundiza su incapacidad congénita de exclusión social; no tiene capacidad para asegurar a las poblaciones el acceso a las necesidades y a la apropiación de uso básicas. Por eso nos encontramos en una "sociedad en movimiento", en transición, hacia un incierto futuro que sólo la historia venidera dilucidará.
Por lo pronto, nuestros gobernantes parecen entrever la necesidad de activar nuevas formas, nuevas técnicas, para gobernar a las poblaciones. Los nuevos escenarios sociales exigen nuevas gobernabilidades. No alcanza con las técnicas tradicionales de control y represión social. Los mecanismos tradicionales del disciplinamiento están agotados al agotarse el Estado de Bienestar. Mucho de esto entrevió M. Foucault en su curso "Seguridad, territorio, población". Las elites dominantes comienzan a darse cuenta de la necesidad de una nueva manera de atender los desbordes sociales, para contenerlos, reconducirlos y eventualmente reprimirlos. Comienzan a darse cuenta de la necesidad de controlar la movilización social "desde adentro", desde la inmanencia, ya no alcanza con la externalidad de la fuerza disciplinante de los mecanismos tradicionales de contención e inclusión social. Controlando desde su interior a cualquier movimiento, movilización o desborde social para poner en juego elementos de desactivación de toda posible insurgencia antisistémica. Las vías tradicionales de disciplinamiento social, que hacían uso inmediato de la represión a la menor movilización social ya están agotadas y en gran medida han perdido su legitimidad. Para las "viejas" gobernabilidades estatales toda movilización social debía ser reencausada y ordenada, y, en ocasiones, activaba algunas reformas sociales y un reacomodamiento de la crisis política. Hoy, las nuevas gobernabilidades comienzan a advertir que más bien conviene alentar determinados tipos de movilización social, para activar desde dentro elementos de desactivación de gérmenes antisistémicos y activar elementos de una nueva manera de articular los movimientos con el gobierno y el estado.
En los sucesos que vienen abriéndose paso a partir de la toma del "Parque Indoamericano" en Villa Soldati de la ciudad de Buenos Aires, se advierte el tire y afloje, la disputa, el choque, entre estas dos maneras prácticas de entender la gobernabilidad de las poblaciones. Por un lado, el gobierno de M. Macri preocupado en cuidar las formas de la vieja gobernabilidad, porque considera que con esas prácticas puede medrar y obtener legitimidad de la clase media bonaerense. El viejo estilo conservador popular remozado: gobernar eficazmente y reprimir rapidamente toda movilización social desde la externalidad. Ellos saben que nada tienen que ver con los pobres, ni nada quieren tener con ellos, son algo molesto que hay que disciplinar al viejo estilo. Pero falla el macrismo al no advertir que la sociedad cambió.
Mientras tanto el gobierno nacional, que mejor entiende la necesidad de una nueva gobernabilidad, se "frotó las manos", disfrutando de como fracasaba el viejo estilo. Por eso, al principio del conflicto, entregó a la policia federal como fuerza de choque represiva del viejo estilo. Se alejó del conflicto para dejar mal parado al gobierno de M. Macri. Pero, con el correr de las horas, se dio cuenta que el naufragio del viejo estilo también puede salpicarlos a ellos. Pronto se dieron cuenta que era necesario intervenir en la crisis y activar inmediatamente el nuevo estilo de gobernabilidad, actuando articuladamente con la movilización social para reconducirla y desactivar los gérmenes antisistémicos de la misma.
Hasta ahora, los Kirchner han sido eficaces a la hora de poner en marcha la nueva gobernabilidad, veremos si eso alcanza para hacer frente a la feroz crisis orgánica del capitalismo argentino.
martes, 7 de septiembre de 2010
Cambio (subversión) conceptual.
Para algunos, la expresión: filosofía partisana, provoca una sonrisa conmiserativa, una mala adjetivación de algo que debería resguardar sus formas académicas de producción. Para otros, constituye, una "gaya ciencia" intranscendente, y más que intempestiva, patológica.
En verdad, el nombre de este blog, no pretende construir un nuevo concepto, porque su significación es impropia, es pura barricada semiótica.... Quiere sí, afirmar una intención, tal vez la orgullosa pretensión de ir des-atando los lugares comunes del bien pensar tradicional, un hacer tanteando la de-construcción, o mejor destrucción de los fundamentos ontológicos de las formas conceptuales que adopta el discurso político-filosófico contemporáneo, que se trasunta en legitimación de determinadas prácticas políticas.
Intentando "tejer" otra symploké política significativa, capaz de leer mejor la gramática de constitución de las condiciones de producción subjetivas y biopolíticas de nuestro tiempo. Revisar y reveer nuestros pensamientos, nuestros acuerdos conceptuales bienintencionados, tanteando su captura, su "colonización", por aquellos conceptos "totales" que pregonan la renuncia de las potencias singulares en aras de una "mejor" universalidad estatal y disciplinaria. En procura de otro discurso, cautamente desplazado, de la inocencia teológica-política de aquellos que repiten: más inclusión, más estado, más "universalidad comunitaria trascendente"..., de aquellos intelectuales o publicistas, que con displicencia, sacrifican u olvidan rapidamente la particularidad, o la subsumen en un "orden universal" (kósmico) de pronta seguridad sumisa.
Guerrilla semiótica contra el imperio de una trascendencia inintencional que procura la "salvación" de los que "esperan" ser salvados. La partisanía filosófica va exigir el combate contra las "teologías políticas" de la sumisión.
Los "rapidamente ilustrados" viven en la inercia moderna de despachar la quimérica sumisión religiosa; les gusta pasarse prontamente de "bando", haciéndose "laicos" combatientes contra las supersticiones. Pero le hacen un guiño a la "bestia triunfante" de un tipo de pensamiento ilustrado que reivindica la trascendencia "salvífica" y moral de las regulaciones normativas excepcionales, lo que algunos llaman el "estado permanente de excepción".
Por nuestros "pagos" hay mucha tierra fértil para las semillas de la servidumbre voluntaria. El triunfo hegemónico del esencialismo nacional-católico permeó hasta los más insospechados rincones de la contracultura anticapitalista, creando el "antibiotico semiótico" (anti-libertario) que activa la frase: ojo, no seas "gorila"!!!
Al dialectizar, se cae en la propuesta de otra sumisión, ahora menos abonada de metáfora pastoriles pero más extraviadas de las diferencias subjetivas históricamente constituidas.
Conviene desertar de esa dialéctica hacia una producción filosófica capaz de reivindicar la inmanencia de las singularidades.
En verdad, el nombre de este blog, no pretende construir un nuevo concepto, porque su significación es impropia, es pura barricada semiótica.... Quiere sí, afirmar una intención, tal vez la orgullosa pretensión de ir des-atando los lugares comunes del bien pensar tradicional, un hacer tanteando la de-construcción, o mejor destrucción de los fundamentos ontológicos de las formas conceptuales que adopta el discurso político-filosófico contemporáneo, que se trasunta en legitimación de determinadas prácticas políticas.
Intentando "tejer" otra symploké política significativa, capaz de leer mejor la gramática de constitución de las condiciones de producción subjetivas y biopolíticas de nuestro tiempo. Revisar y reveer nuestros pensamientos, nuestros acuerdos conceptuales bienintencionados, tanteando su captura, su "colonización", por aquellos conceptos "totales" que pregonan la renuncia de las potencias singulares en aras de una "mejor" universalidad estatal y disciplinaria. En procura de otro discurso, cautamente desplazado, de la inocencia teológica-política de aquellos que repiten: más inclusión, más estado, más "universalidad comunitaria trascendente"..., de aquellos intelectuales o publicistas, que con displicencia, sacrifican u olvidan rapidamente la particularidad, o la subsumen en un "orden universal" (kósmico) de pronta seguridad sumisa.
Guerrilla semiótica contra el imperio de una trascendencia inintencional que procura la "salvación" de los que "esperan" ser salvados. La partisanía filosófica va exigir el combate contra las "teologías políticas" de la sumisión.
Los "rapidamente ilustrados" viven en la inercia moderna de despachar la quimérica sumisión religiosa; les gusta pasarse prontamente de "bando", haciéndose "laicos" combatientes contra las supersticiones. Pero le hacen un guiño a la "bestia triunfante" de un tipo de pensamiento ilustrado que reivindica la trascendencia "salvífica" y moral de las regulaciones normativas excepcionales, lo que algunos llaman el "estado permanente de excepción".
Por nuestros "pagos" hay mucha tierra fértil para las semillas de la servidumbre voluntaria. El triunfo hegemónico del esencialismo nacional-católico permeó hasta los más insospechados rincones de la contracultura anticapitalista, creando el "antibiotico semiótico" (anti-libertario) que activa la frase: ojo, no seas "gorila"!!!
Al dialectizar, se cae en la propuesta de otra sumisión, ahora menos abonada de metáfora pastoriles pero más extraviadas de las diferencias subjetivas históricamente constituidas.
Conviene desertar de esa dialéctica hacia una producción filosófica capaz de reivindicar la inmanencia de las singularidades.
lunes, 31 de mayo de 2010
A 50 años de la Crítica de la Razón Dialéctica. 1ª Conjetura de lectura.
En 1960, hace 50 años, la editorial francesa Gallimard publicaba el libro de Jean-Paul Sartre, Crítica de la Razón Dialéctica. Tres años después, nuestra editorial Losada hizo lo propio en lengua castellana. La monumental obra intentaba, entre otras cuestiones, dilucidar: ¿Puede la razón (como comprensión de la existencia), con y en el lenguaje, captar, hacer inteligible el sentido alienante de aquellos institutos de control de la praxis social, en tanto totalidades sintéticas de captura (en el caso de que estas existan y atento a cómo existan) de los conjuntos prácticos?
La Crítica de Sartre, más que respuesta acabada, es esbozo y problema de los límites de la reflexión filosófica a la hora de pensar los caminos de la revolución y la transformación social. Sartre sabe, que en la respuesta a la cuestión se juega una noción, una concepción de filosofía. Recupera así, una de las mejores tesis de la filosofía marxiana de la praxis: comprender es hacerse en libertad, inteligir es desobjetualizarse, "curándose" a través de una praxis autoconciente. Y, sabe, que este hacerse transformativo (y comprensivo) es resistente a cualquier captura institucional o idealista de las ideologías racionales y burocráticas imperantes en pleno siglo XX. Enfoca Sartre todos sus "dardos" hacia la filosofía "marxista" que justifica el burocratismo de partido; pura alienación de lo práctico vivo por medio de dispositivos prácticos-inertes trascendentales. En esta alienación de la praxis (burocrática y estatal) la comprensión no se realiza porque el hacerse pierde inmanencia y singularidad autoconstituyente. Por eso Sartre se propone integrar los logros del pensamiento existencialista para la edificación de una racionalidad materialista capaz de hacer inteligible toda la dimensión antropológica de los conjuntos prácticos; racionalidad atenta a las reificaciones que acechan en todo proyecto colectivo.
A modo de homenaje, vaya esta primera conjetura de lectura, revalorizando, por si hiciera falta, a la Crítica de la razón dialéctica como un valioso instrumento de intervención teórica.
La Crítica de Sartre, más que respuesta acabada, es esbozo y problema de los límites de la reflexión filosófica a la hora de pensar los caminos de la revolución y la transformación social. Sartre sabe, que en la respuesta a la cuestión se juega una noción, una concepción de filosofía. Recupera así, una de las mejores tesis de la filosofía marxiana de la praxis: comprender es hacerse en libertad, inteligir es desobjetualizarse, "curándose" a través de una praxis autoconciente. Y, sabe, que este hacerse transformativo (y comprensivo) es resistente a cualquier captura institucional o idealista de las ideologías racionales y burocráticas imperantes en pleno siglo XX. Enfoca Sartre todos sus "dardos" hacia la filosofía "marxista" que justifica el burocratismo de partido; pura alienación de lo práctico vivo por medio de dispositivos prácticos-inertes trascendentales. En esta alienación de la praxis (burocrática y estatal) la comprensión no se realiza porque el hacerse pierde inmanencia y singularidad autoconstituyente. Por eso Sartre se propone integrar los logros del pensamiento existencialista para la edificación de una racionalidad materialista capaz de hacer inteligible toda la dimensión antropológica de los conjuntos prácticos; racionalidad atenta a las reificaciones que acechan en todo proyecto colectivo.
A modo de homenaje, vaya esta primera conjetura de lectura, revalorizando, por si hiciera falta, a la Crítica de la razón dialéctica como un valioso instrumento de intervención teórica.
lunes, 17 de mayo de 2010
La biopolítica del Bicentenario.
El centenario nos encontró con ley de residencia, represión a las organizaciones obreras, "colonización" terrateniente, entre otras cosas, consolidación de la oligarquía conservadora a través del fraude electoral, del más impune terrorismo de estado y la puesta en marcha de algunos dispositivos biopolíticos modernos, que finalmente completaron el radicalismo y el peronismo gobernante.
Hoy, en el Bicentenario la "clase política argentina" sea conservadora liberal o conservadora populista sigue preocupada por re-legitimar la cultura política tradicional, asentada en la representación corporativa de la partidocracia. Desde la última dictadura la militancia política de los partidos tradicionales transitó erraticamente subordinada a la configuración del poder resultante del orden disciplinario abierto por el "Proceso de Reorganización Nacional". El hartazgo popular y el desprestigio de esta dirigencia política vacilante, posibilista y ajustadora se precipitó cuando al zarpazo apropiador de los recursos de la clase media y al ajuste sin fin de los noventa se sumó a la estrategia destituyente del peronismo en la oposición. Esta des-legitimación se veía abonada por el insurgir de nuevas organizaciones sociales y políticas con lógicas militantes francamente alternativas a la representación político-social tradicional y corporativa. Un incipiente anticapitalismo crecía como emergente de las estrategias de superviviencia de los sectores excluidos por las políticas neoliberales de ajuste.
Urgía "modular el control" de estos fenómenos sociales, para la tarea, cierta dirigencia política (duhaldista-kirchnerista) acertó en restaurar un nuevo populismo "progre", capaz de poner en marcha nuevos dispositivos biopolíticos de contención (y de control) social. El objetivo: domesticar, cooptar y reencauzar la insurgencia de los nuevos movimientos sociales, tornar irrelevante su potencia política. Junto a esto y gracias a las fenomenales ganancias de los agronegocios, implementar retenciones a las exportaciones de granos, que afectan sólo a los medianos y pequeños empresarios agropecuarios, y de este modo estabilizar las cuentas fiscales; dejando que el ajuste lo hagan los formadores de precios que succionan el poder adquisitivo de los trabajadores.
En resumen, el esquema propone: contención salarial, ajuste por el mercado, cierto crecimiento económico que beneficia a determinados grupos económicos, estabilización fiscal y, para subordinar a los nuevos movimientos sociales, depotenciar las nuevas lógicas de empoderamiento y autonomía construidas durante los años 90 e inicios de los primeros años de la década.
Estos nuevos colectivos emergieron como estrategias de superviviencia y de la necesidad de nuevas prácticas políticas ante la farandulización menemista de los 90. Duhalde lo anunció, se necesitaba alguien con fachada "progre" capaz de restaurar los modos tradicionales de la cultura política populista-conservadora para contrarrestar las demandas populares y la insurgencia alternativa de los movimientos sociales.
Kirchner puso manos a la obra, su "país en serio" va a poner en marcha nuevos dispositivos biopolíticos, entre los cuales juegan un rol fundamental los planes sociales, procurando "evitar" el crecimiento de la potencia política de los nuevos movimientos sociales; definiendo, más bien, a la población a partir de sus carencias y no desde sus potencias políticas. Atrapando, cooptando, algunas de esas nuevas potencias y reconduciéndolas al campo práctico del hacer político representativo tradicional. Depotenciando lo nuevo subterráneo que venía insurgiendo desde las estrategias inmanentes y autoconstituyentes de los sectores populares, que con otras prácticas y otras lógicas de construcción políticas, asentadas en lo familiar-comunitario, en la producción de valores de uso, en la desjerarquización y la horizontalidad.
El bicentenario nos encuentra con políticas de estado que tratan de poner en juego algunos resortes biopolíticos para la modulación y el control de lo alternativo, sin conmover los resortes de la estructura de poder existente. Además, se apela a la construcción imaginaria mediática de la simbólica contradicción peronista fundante: el enfrentamiento propagandístico con la oligarquía terrateniente. De ese modo, la estrategia kirchnerista binariza un aparente enfrentamiento con la estructura de poder del país, construyendo el polo del progresismo posible. Al remozar la simbología peronista y actualizarla con ingredientes de la llamada "transversalidad" funda la ofensiva material de los planes sociales paternalistas, lo que produce la estancación de los nuevos movimientos sociales y la relativa contención social. Puro "gatopardismo" que no modifica el poder económico, político y sindical en la Argentina. Habrá que esperar al Tricentenario...
Hoy, en el Bicentenario la "clase política argentina" sea conservadora liberal o conservadora populista sigue preocupada por re-legitimar la cultura política tradicional, asentada en la representación corporativa de la partidocracia. Desde la última dictadura la militancia política de los partidos tradicionales transitó erraticamente subordinada a la configuración del poder resultante del orden disciplinario abierto por el "Proceso de Reorganización Nacional". El hartazgo popular y el desprestigio de esta dirigencia política vacilante, posibilista y ajustadora se precipitó cuando al zarpazo apropiador de los recursos de la clase media y al ajuste sin fin de los noventa se sumó a la estrategia destituyente del peronismo en la oposición. Esta des-legitimación se veía abonada por el insurgir de nuevas organizaciones sociales y políticas con lógicas militantes francamente alternativas a la representación político-social tradicional y corporativa. Un incipiente anticapitalismo crecía como emergente de las estrategias de superviviencia de los sectores excluidos por las políticas neoliberales de ajuste.
Urgía "modular el control" de estos fenómenos sociales, para la tarea, cierta dirigencia política (duhaldista-kirchnerista) acertó en restaurar un nuevo populismo "progre", capaz de poner en marcha nuevos dispositivos biopolíticos de contención (y de control) social. El objetivo: domesticar, cooptar y reencauzar la insurgencia de los nuevos movimientos sociales, tornar irrelevante su potencia política. Junto a esto y gracias a las fenomenales ganancias de los agronegocios, implementar retenciones a las exportaciones de granos, que afectan sólo a los medianos y pequeños empresarios agropecuarios, y de este modo estabilizar las cuentas fiscales; dejando que el ajuste lo hagan los formadores de precios que succionan el poder adquisitivo de los trabajadores.
En resumen, el esquema propone: contención salarial, ajuste por el mercado, cierto crecimiento económico que beneficia a determinados grupos económicos, estabilización fiscal y, para subordinar a los nuevos movimientos sociales, depotenciar las nuevas lógicas de empoderamiento y autonomía construidas durante los años 90 e inicios de los primeros años de la década.
Estos nuevos colectivos emergieron como estrategias de superviviencia y de la necesidad de nuevas prácticas políticas ante la farandulización menemista de los 90. Duhalde lo anunció, se necesitaba alguien con fachada "progre" capaz de restaurar los modos tradicionales de la cultura política populista-conservadora para contrarrestar las demandas populares y la insurgencia alternativa de los movimientos sociales.
Kirchner puso manos a la obra, su "país en serio" va a poner en marcha nuevos dispositivos biopolíticos, entre los cuales juegan un rol fundamental los planes sociales, procurando "evitar" el crecimiento de la potencia política de los nuevos movimientos sociales; definiendo, más bien, a la población a partir de sus carencias y no desde sus potencias políticas. Atrapando, cooptando, algunas de esas nuevas potencias y reconduciéndolas al campo práctico del hacer político representativo tradicional. Depotenciando lo nuevo subterráneo que venía insurgiendo desde las estrategias inmanentes y autoconstituyentes de los sectores populares, que con otras prácticas y otras lógicas de construcción políticas, asentadas en lo familiar-comunitario, en la producción de valores de uso, en la desjerarquización y la horizontalidad.
El bicentenario nos encuentra con políticas de estado que tratan de poner en juego algunos resortes biopolíticos para la modulación y el control de lo alternativo, sin conmover los resortes de la estructura de poder existente. Además, se apela a la construcción imaginaria mediática de la simbólica contradicción peronista fundante: el enfrentamiento propagandístico con la oligarquía terrateniente. De ese modo, la estrategia kirchnerista binariza un aparente enfrentamiento con la estructura de poder del país, construyendo el polo del progresismo posible. Al remozar la simbología peronista y actualizarla con ingredientes de la llamada "transversalidad" funda la ofensiva material de los planes sociales paternalistas, lo que produce la estancación de los nuevos movimientos sociales y la relativa contención social. Puro "gatopardismo" que no modifica el poder económico, político y sindical en la Argentina. Habrá que esperar al Tricentenario...
jueves, 25 de marzo de 2010
Fragmento filosófico-político 7.
Los coprófagos del ideario esencialista e idealista gustan predicar la pasividad subordinada, más acorde, dicen, a la perfección del deber-ser moral y político, definen la potencia por el acto-sido y producido, lo ya dado es lo esencial superyoico como deber ser auténtico. Cualquier disrupción es desnaturalización. Se trata de habitar en UN territorio, se trata de reivindicar UNA identidad como núcleo ético-mítico.
Contrario y opuesto ontológicamente se propone el pensamiento libertario moderno. Va a afirmar la potencia del ser en tanto acción "del porvenir". La libertad, antes que anomalía, será entendida como empresa constituyente. Hasta aquí muy burguesa la cosa... Después vendrá la crítica anti-burguesa al afirmar que "la potencia del capital" tiene como fuente el antagonismo de clase y la subsunción del trabajo vivo.
Sin embargo, cierto pensamiento político moderno, arrastrando metáforas pastoriles, detritos de la pasividad, quedan anclados en un universalismo abstracto, depotenciando la auto-constitución de la sociedad civil en la justificación de la autonomía de la política. Cosa que se expresa de diversas maneras: vanguardias iluminadas o representaciones populistas de turno, por ejemplo.
El pensamiento libertario invita a la potencia intencional de los individuos y de los colectivos sin subordinaciones trascendentales.
Al contrario, cuando la constitución política es altamente inintencional se abre "la cancha" para las ficciones totales, para que elites o mafias populistas se encaramen como depositarios de las potencias que alienan.
Claro, el problema teórico-práctico aparece solo: ¿Cómo intencionalizar la constitución política en el contexto de una sociedad de masas acostumbrada a las metáforas pastoriles? La línea de los filósofos italianos contemporáneos nos ayudan a pensar la cuestión (Virno, Negri, etc...)
Pero la cosa no es tan sencilla de resolver en una sociedad como la Argentina que se debate (y no en términos deliberativos) entre algunos "incluidos", gracias a los restos del desarrollismo populista, los "excluidos" que resisten y los "excluidos" capturados por el sistema clientelar del populismo de turno. Este contexto invita más al fragmento que a la articulación...
Contrario y opuesto ontológicamente se propone el pensamiento libertario moderno. Va a afirmar la potencia del ser en tanto acción "del porvenir". La libertad, antes que anomalía, será entendida como empresa constituyente. Hasta aquí muy burguesa la cosa... Después vendrá la crítica anti-burguesa al afirmar que "la potencia del capital" tiene como fuente el antagonismo de clase y la subsunción del trabajo vivo.
Sin embargo, cierto pensamiento político moderno, arrastrando metáforas pastoriles, detritos de la pasividad, quedan anclados en un universalismo abstracto, depotenciando la auto-constitución de la sociedad civil en la justificación de la autonomía de la política. Cosa que se expresa de diversas maneras: vanguardias iluminadas o representaciones populistas de turno, por ejemplo.
El pensamiento libertario invita a la potencia intencional de los individuos y de los colectivos sin subordinaciones trascendentales.
Al contrario, cuando la constitución política es altamente inintencional se abre "la cancha" para las ficciones totales, para que elites o mafias populistas se encaramen como depositarios de las potencias que alienan.
Claro, el problema teórico-práctico aparece solo: ¿Cómo intencionalizar la constitución política en el contexto de una sociedad de masas acostumbrada a las metáforas pastoriles? La línea de los filósofos italianos contemporáneos nos ayudan a pensar la cuestión (Virno, Negri, etc...)
Pero la cosa no es tan sencilla de resolver en una sociedad como la Argentina que se debate (y no en términos deliberativos) entre algunos "incluidos", gracias a los restos del desarrollismo populista, los "excluidos" que resisten y los "excluidos" capturados por el sistema clientelar del populismo de turno. Este contexto invita más al fragmento que a la articulación...
martes, 23 de marzo de 2010
Justine y los virtuosos del ser.
Donatien Alphonse François comienza su libertino "Justine":
"La obra maestra de la filosofía consistiría en desarrollar los medios que la Providencia emplea para lograr los fines que se propone respecto al hombre, y, después, trazar algunos planes de conducta que pudieran dar a conocer a este desgraciado individuo bípedo la forma en que debe andar por la ruta espinosa de la vida, a fin de evitar los raros caprichos de esa fatalidad a la que se da veinte nombres diferentes, aunque todavía no se ha logrado conocerla ni definirla."
Sabroso texto, con muchos condimentos, mucha symploké para tirar hilos semióticos.
Los esencialistas "realistas", los idealistas del sujeto, los materialistas idealistas (valga el oxímoron) recargados de teodicea se proponen entender los "caprichos de la fatalidad" para relatar la esperanza y los "fines de la Providencia". Dicen tener como aliados las "leyes" de la historia. ¿Cómo? De diversas maneras se proponen la construcción de una razón, como facultad de captación de las esencias o, mejor, como facultad trascendental. El saber sabio universal para legitimar determinados "cosmos sociales" en tanto el devenir de las pulsiones vitales queden subsumidas en un deber-ser trascendente develado.
Se preocupan por develar una physis universal, una naturaleza antropo-ontológica que eche pistas para forjar valores "auténticos", no para reconciliarse con "la ruta espinosa (y trágica) de la vida", sino, todo lo contrario, más bien reconducirla, borrando su inmanencia necesaria, cartografiando en un plano trascendente superpuesto los relatos universales (abstractos) del deber-ser.
En esa línea, ciertos pensadores de "cabotaje", sin salirse de las costas señaladas, dicen navegar por otras orillas, pero nos engañan. Ciertas corrientes del historicismo "nacional" (symploké paradigmática de las cabezas nac&pop, hoy nak&pop) siguen dándole vueltas a los mitoides "providenciales" de "nuestro destino", en vista de diseñar algunos "planes de conducta". En esa tarea se sienten maestros de filosofía.
Los más, echan mano de Hegel o de Heidegger con usos específicos. Para su "cajita de herramientas" de legitimación de determinadas prácticas y valores de tribu, recepcionan la historización o temporalización del ser que aquellos filósofos hacen.
¿Para qué? Recordemos, para evitar los "raros caprichos de esa fatalidad..." Y ¿por qué Hegel, por qué Heidegger?
Porque a uno (Hegel), le urge que la fatalidad de la "substancia" devenga "sujeto histórico" develado, situado y objetivado en instituiciones-dispositivos para la construcción del ordén ético del Estado; que lo inmovil se ponga en marcha racionalizándose(!?), siempre y cuando la marcha esté comandada por la autonomía de lo ético y político "racional", develado por las rumflas y vanguardias de turno. Al otro (Heidegger) le preocupa recuperar la localidad histórica de la substancia popular, como auténtica esencialidad identitaria; sin advertir que cualquier localización identitaria es producto de las "máquinas sociales y culturales" que las crean. Ser-en-un-mundo inintencionalmente, es mejor, pero si se cae, recuperar la inintencionalidad de la Historia Tradicional, ese núcleo ético-mítico amenazado por, como dijo un coprolítico ministro de la dictadura militar, los que "piensan en exceso" en otros mundos.
En los dos, late un "espíritu de captura"; en uno el sujeto develado racionaliza (y captura) su historia y la hace la Historia (capturada); en el otro, recuperar las tradiciones (de captura) para forjar lo auténticamente Na(z)ional.
Los dos quieren re-ligar desde una trascendencia, para ellos será "La" trascendencia por fin develada.
Uno reconciliándonos con el saber absoluto (del "Imperio del derecho..."??). El otro con la develación de lo "auténtico" e "inintencional" de las tradiciones.
Los mitoides del "mundo" como totalidad inintencional, re-ligante, forjador de esperanzas y quimeras. La ilusión de un destino, de un pueblo, de una nación, de una vanguardia. ¿Placebos contrahegemónicos de los kairós de la multitudo.
Siempre, en los dos, la historia como MUNDO, como trama apolínea prefigurada por filosofemas de legitimación y por los dispositivos biopolíticos; siempre advirtiéndonos del peligro de caer y extraviarnos en una dialéctica sin reconciliación o en una ruptura con los valores dominantes, el peligro de la deserción...
Justine, ¡Date cuenta!, diría Sade, dejá de embrollarte con aquellos que construyen "metáforas de mundos" sin advertir su caracter imaginario, o mejor, tribal, en general, para justificar las virtudes prescriptas por las rumflas dominantes. Abandoná las Providencias teleológicas trascendentes. Tu hermana tiene razón: una buena dosis de caos puede reabrir otros cosmos...
"La obra maestra de la filosofía consistiría en desarrollar los medios que la Providencia emplea para lograr los fines que se propone respecto al hombre, y, después, trazar algunos planes de conducta que pudieran dar a conocer a este desgraciado individuo bípedo la forma en que debe andar por la ruta espinosa de la vida, a fin de evitar los raros caprichos de esa fatalidad a la que se da veinte nombres diferentes, aunque todavía no se ha logrado conocerla ni definirla."
Sabroso texto, con muchos condimentos, mucha symploké para tirar hilos semióticos.
Los esencialistas "realistas", los idealistas del sujeto, los materialistas idealistas (valga el oxímoron) recargados de teodicea se proponen entender los "caprichos de la fatalidad" para relatar la esperanza y los "fines de la Providencia". Dicen tener como aliados las "leyes" de la historia. ¿Cómo? De diversas maneras se proponen la construcción de una razón, como facultad de captación de las esencias o, mejor, como facultad trascendental. El saber sabio universal para legitimar determinados "cosmos sociales" en tanto el devenir de las pulsiones vitales queden subsumidas en un deber-ser trascendente develado.
Se preocupan por develar una physis universal, una naturaleza antropo-ontológica que eche pistas para forjar valores "auténticos", no para reconciliarse con "la ruta espinosa (y trágica) de la vida", sino, todo lo contrario, más bien reconducirla, borrando su inmanencia necesaria, cartografiando en un plano trascendente superpuesto los relatos universales (abstractos) del deber-ser.
En esa línea, ciertos pensadores de "cabotaje", sin salirse de las costas señaladas, dicen navegar por otras orillas, pero nos engañan. Ciertas corrientes del historicismo "nacional" (symploké paradigmática de las cabezas nac&pop, hoy nak&pop) siguen dándole vueltas a los mitoides "providenciales" de "nuestro destino", en vista de diseñar algunos "planes de conducta". En esa tarea se sienten maestros de filosofía.
Los más, echan mano de Hegel o de Heidegger con usos específicos. Para su "cajita de herramientas" de legitimación de determinadas prácticas y valores de tribu, recepcionan la historización o temporalización del ser que aquellos filósofos hacen.
¿Para qué? Recordemos, para evitar los "raros caprichos de esa fatalidad..." Y ¿por qué Hegel, por qué Heidegger?
Porque a uno (Hegel), le urge que la fatalidad de la "substancia" devenga "sujeto histórico" develado, situado y objetivado en instituiciones-dispositivos para la construcción del ordén ético del Estado; que lo inmovil se ponga en marcha racionalizándose(!?), siempre y cuando la marcha esté comandada por la autonomía de lo ético y político "racional", develado por las rumflas y vanguardias de turno. Al otro (Heidegger) le preocupa recuperar la localidad histórica de la substancia popular, como auténtica esencialidad identitaria; sin advertir que cualquier localización identitaria es producto de las "máquinas sociales y culturales" que las crean. Ser-en-un-mundo inintencionalmente, es mejor, pero si se cae, recuperar la inintencionalidad de la Historia Tradicional, ese núcleo ético-mítico amenazado por, como dijo un coprolítico ministro de la dictadura militar, los que "piensan en exceso" en otros mundos.
En los dos, late un "espíritu de captura"; en uno el sujeto develado racionaliza (y captura) su historia y la hace la Historia (capturada); en el otro, recuperar las tradiciones (de captura) para forjar lo auténticamente Na(z)ional.
Los dos quieren re-ligar desde una trascendencia, para ellos será "La" trascendencia por fin develada.
Uno reconciliándonos con el saber absoluto (del "Imperio del derecho..."??). El otro con la develación de lo "auténtico" e "inintencional" de las tradiciones.
Los mitoides del "mundo" como totalidad inintencional, re-ligante, forjador de esperanzas y quimeras. La ilusión de un destino, de un pueblo, de una nación, de una vanguardia. ¿Placebos contrahegemónicos de los kairós de la multitudo.
Siempre, en los dos, la historia como MUNDO, como trama apolínea prefigurada por filosofemas de legitimación y por los dispositivos biopolíticos; siempre advirtiéndonos del peligro de caer y extraviarnos en una dialéctica sin reconciliación o en una ruptura con los valores dominantes, el peligro de la deserción...
Justine, ¡Date cuenta!, diría Sade, dejá de embrollarte con aquellos que construyen "metáforas de mundos" sin advertir su caracter imaginario, o mejor, tribal, en general, para justificar las virtudes prescriptas por las rumflas dominantes. Abandoná las Providencias teleológicas trascendentes. Tu hermana tiene razón: una buena dosis de caos puede reabrir otros cosmos...
jueves, 4 de febrero de 2010
Desencializando la política. (2)
Del derecho natural como esencia, como deber-ser, al derecho como poder-ser. En esto consiste la revolución ontológica política de la modernidad.
La filosofía política de Hobbes retoma el materialismo político de las filosofías contratradicionales. Nuevo enfoque. Ya no más justificación, legitimación del poder por "derecho" de estamento de localización priviliegiada, por asimetría del campo político. El enfoque moderno desencializa, poder-hacer, potencia.
La cristiandad feudal echaba mano del aparato conceptual platónico-aristotélico para "racionalizar" la justificación de la comunidad universal buena, además de querida por Dios según mediación magisterial, se consideraba el orden natural de la realidad política; luego dentro de ese marco se comprendía la libertad. Filosofía y Teología atadas a una Idea de Ser Superior y Bueno como fundamento de la universalidad, la ecúmene, cristiana.
Al interior del orden feudal europeo in-surge una clase social que pretende otro orden. Las prácticas comienzan a trastocarse, la teoría también. Va apareciendo entonces otra praxis. Se necesita otro aparato conceptual. Una nueva ontología política.
En eso aparece Hobbes echando mano del incipiente aparato conceptual que venía contituyéndose con la mecánica de Galileo.
Observemos el "principio de la relatividad inercial" de Galileo. En síntesis, consiste: Queremos encontrar las leyes del movimiento, ¿qué hacemos?, conviene elegir un sistema de referencia, el más simple que podamos. La más simple forma del movimiento (prestemos atención!) es la del "cuerpo libre", es decir, la del cuerpo que no se encuentra constreñido por ninguna acción exterior (!!). Sin fuerzas externas coaccionantes puede observarse el movimiento libre, con velocidad constante, sin límites, pura inercia. (La cosa va tomando color)
El sistema de referencia se llamará inercial. Y veamos sus propiedades: su característica principal en el sistema considerado es la HOMOGENEIDAD e ISOTROPÍA del espacio y lo ABSOLUTO del tiempo. Estas propiedades son fundamentales porque hablan de la EQUIVALENCIA del espacio-tiempo para cualquier cuerpo en movimiento, en cualquier dirección, en el sistema de referencia considerado. (Esto, lo sabemos, queda hecho "hilachas" con la mecánica cuántica, pero eso es otra historia, o mejor otra física, ¿será otra política?)
Ahora bien, si dos sistemas se mueven rectilínea y uniformemente uno con respecto del otro y uno de ellos es inercial (es decir, que confirma para su sistema la homogeneidad e isotropía del espacio y lo absoluto del tiempo), será evidente, ¡y agarrate catalina!, que el otro sistema también lo será. El otro también será inercial. Y es más, puede haber tantos sistemas inerciales relativos unos de otros (interconectados) como consideremos.
Resulta, entonces, la equivalencia de los sistemas inerciales y no sólo con respecto al movimiento simple. La experiencia demuestra que las leyes físicas son iguales en todos los sistemas inerciales relativos; significa que las ecuaciones del movimiento no cambian. Para cualquier tiempo y lugar puede aplicarse las mismas fórmulas...
Consecuencia: no existe a-simetría, ningún sistema puede preferirse sobre los demás (!!). Igualdad de los sistemas inerciales relativos, invariancia de las leyes físicas, distribución uniforme de las leyes de la naturaleza.
Y la cosa toma color definitivo, en un nuevo "gesto" ontológico, "derecho natural" desencializado. Los Capítulos XIII, XIV y XV del Leviatan de T. Hobbes parecen la trasliteración de la línea argumental que hemos expuesto. No más esencialidad social del "polítes" frente (aunque relativo) al "idiótes". Ahora isotropía, y si es isotropía del campo político, bien podríamos decir: iso-politeía.
Vemos cómo con Galileo y con Hobbes van apareciendo otros conceptos. Y luego vendrá lo que sabemos: "inerciales políticos", o mejor, ciudadanos inerciales enfrentados y en conflicto, para los que valen las mismas leyes (derecho natural); y la solución, en el campo político, instituyendo el orden del "pacto social" para la constricción inercial del cuerpo natural para ingresar en la "inercial libertad civil". Un nuevo horizonte.
La filosofía política de Hobbes retoma el materialismo político de las filosofías contratradicionales. Nuevo enfoque. Ya no más justificación, legitimación del poder por "derecho" de estamento de localización priviliegiada, por asimetría del campo político. El enfoque moderno desencializa, poder-hacer, potencia.
La cristiandad feudal echaba mano del aparato conceptual platónico-aristotélico para "racionalizar" la justificación de la comunidad universal buena, además de querida por Dios según mediación magisterial, se consideraba el orden natural de la realidad política; luego dentro de ese marco se comprendía la libertad. Filosofía y Teología atadas a una Idea de Ser Superior y Bueno como fundamento de la universalidad, la ecúmene, cristiana.
Al interior del orden feudal europeo in-surge una clase social que pretende otro orden. Las prácticas comienzan a trastocarse, la teoría también. Va apareciendo entonces otra praxis. Se necesita otro aparato conceptual. Una nueva ontología política.
En eso aparece Hobbes echando mano del incipiente aparato conceptual que venía contituyéndose con la mecánica de Galileo.
Observemos el "principio de la relatividad inercial" de Galileo. En síntesis, consiste: Queremos encontrar las leyes del movimiento, ¿qué hacemos?, conviene elegir un sistema de referencia, el más simple que podamos. La más simple forma del movimiento (prestemos atención!) es la del "cuerpo libre", es decir, la del cuerpo que no se encuentra constreñido por ninguna acción exterior (!!). Sin fuerzas externas coaccionantes puede observarse el movimiento libre, con velocidad constante, sin límites, pura inercia. (La cosa va tomando color)
El sistema de referencia se llamará inercial. Y veamos sus propiedades: su característica principal en el sistema considerado es la HOMOGENEIDAD e ISOTROPÍA del espacio y lo ABSOLUTO del tiempo. Estas propiedades son fundamentales porque hablan de la EQUIVALENCIA del espacio-tiempo para cualquier cuerpo en movimiento, en cualquier dirección, en el sistema de referencia considerado. (Esto, lo sabemos, queda hecho "hilachas" con la mecánica cuántica, pero eso es otra historia, o mejor otra física, ¿será otra política?)
Ahora bien, si dos sistemas se mueven rectilínea y uniformemente uno con respecto del otro y uno de ellos es inercial (es decir, que confirma para su sistema la homogeneidad e isotropía del espacio y lo absoluto del tiempo), será evidente, ¡y agarrate catalina!, que el otro sistema también lo será. El otro también será inercial. Y es más, puede haber tantos sistemas inerciales relativos unos de otros (interconectados) como consideremos.
Resulta, entonces, la equivalencia de los sistemas inerciales y no sólo con respecto al movimiento simple. La experiencia demuestra que las leyes físicas son iguales en todos los sistemas inerciales relativos; significa que las ecuaciones del movimiento no cambian. Para cualquier tiempo y lugar puede aplicarse las mismas fórmulas...
Consecuencia: no existe a-simetría, ningún sistema puede preferirse sobre los demás (!!). Igualdad de los sistemas inerciales relativos, invariancia de las leyes físicas, distribución uniforme de las leyes de la naturaleza.
Y la cosa toma color definitivo, en un nuevo "gesto" ontológico, "derecho natural" desencializado. Los Capítulos XIII, XIV y XV del Leviatan de T. Hobbes parecen la trasliteración de la línea argumental que hemos expuesto. No más esencialidad social del "polítes" frente (aunque relativo) al "idiótes". Ahora isotropía, y si es isotropía del campo político, bien podríamos decir: iso-politeía.
Vemos cómo con Galileo y con Hobbes van apareciendo otros conceptos. Y luego vendrá lo que sabemos: "inerciales políticos", o mejor, ciudadanos inerciales enfrentados y en conflicto, para los que valen las mismas leyes (derecho natural); y la solución, en el campo político, instituyendo el orden del "pacto social" para la constricción inercial del cuerpo natural para ingresar en la "inercial libertad civil". Un nuevo horizonte.
lunes, 25 de enero de 2010
Desencializando la política.
En tiempos de revolución los cuerpos chocan con violencia, pura dinámica. Es el caso de la revolución civil inglesa del siglo XVII. No hay tiempo para metafísicas sútiles, conviene la dureza del materialismo, y del materialismo que viene andando con éxito. Y en eso andaba la cinética galileana demoliendo inerciales y esenciales aristotélicos. Al filósofo T. Hobbes no le gustaba mucho las sutilezas infinitas e indefinidas de multiplicidades ambiguas, pero sabía que la concepción esencialista siempre le daría letra a los ortodoxos reaccionarios frente a la nueva sociedad burguesa que venía abriéndose paso. ¿Qué hacer?
La nueva física le va a subsidiar al filósofo inglés algunas analogías para tramar un nuevo iusnaturalismo de corte, digamos, "cinético". Ya no más, dice Hobbes para entender la política, naturalezas (substancias) esenciales que puedan prescribir la buena política. Sólo praxis de cuerpos en movimiento. Es el poder-hacer del cuerpo lo básico del tráfico social visto. El poder-hacer como derecho natural. Toda una teoría cinética de los cuerpos en conflicto; porque la lucha se suscitará, no seamos ilusos remata Hobbes, mientras no la sofrene un poder trascendente organizador de la vida civil. Nada, entonces, de esencias corporales prescriptas por ortodoxias sapienciales que mal vean la ambición, la movilidad social y el emprendimiento. Mejor, diría Hobbes, una monarquía que instituya estos valores nuevos como las virtudes de la nueva etapa histórica.
Entonces, simplemente cuerpos en movimiento, jugados en el campo de lo civil, técnica y geométricamente organizado..., total los cuerpos rebeldes serán castigados. Pero nada de regulaciones señoriales invocando esencias de noblezas asimétricas, mejor el poder-hacer como igualdad teórica y como refundación del orden social. Manos a la obra, entonces, o mejor, pluma a la tinta... Leviatan revoluciona.
Si el movimiento dinámico de choque es propio de la naturaleza de los cuerpos desinhibidos, desenfadados, para qué prescripciones esenciales que repriman la voluntad de los cuerpos en su posición. Mejor libertad... de movimiento, sabemos que a la corta se desatará el conflicto, pero conviene que la voluntad de organización se desate aquí, instaurando el Pacto Social constitutivo -La voluntad que se ata antes es el hito de la ortodoxia estamental feudal. Nada de moral y topoi tradicional para concebir los cuerpos, mejor techné que le abra "cancha" a la clase que se las trae...
El de Hobbes es el paradigma teórico - político más económico, de menor alcance y bien a la altura de las conquistas de la ciencia de su tiempo. En el inglés los cuerpos son referentes cuantificables, lo infinito todavía es externo, cuerpos sólidos localizables, capaces de formar parte de los órganos del todo civil. Incipiente episteme ya moderna.
La nueva física le va a subsidiar al filósofo inglés algunas analogías para tramar un nuevo iusnaturalismo de corte, digamos, "cinético". Ya no más, dice Hobbes para entender la política, naturalezas (substancias) esenciales que puedan prescribir la buena política. Sólo praxis de cuerpos en movimiento. Es el poder-hacer del cuerpo lo básico del tráfico social visto. El poder-hacer como derecho natural. Toda una teoría cinética de los cuerpos en conflicto; porque la lucha se suscitará, no seamos ilusos remata Hobbes, mientras no la sofrene un poder trascendente organizador de la vida civil. Nada, entonces, de esencias corporales prescriptas por ortodoxias sapienciales que mal vean la ambición, la movilidad social y el emprendimiento. Mejor, diría Hobbes, una monarquía que instituya estos valores nuevos como las virtudes de la nueva etapa histórica.
Entonces, simplemente cuerpos en movimiento, jugados en el campo de lo civil, técnica y geométricamente organizado..., total los cuerpos rebeldes serán castigados. Pero nada de regulaciones señoriales invocando esencias de noblezas asimétricas, mejor el poder-hacer como igualdad teórica y como refundación del orden social. Manos a la obra, entonces, o mejor, pluma a la tinta... Leviatan revoluciona.
Si el movimiento dinámico de choque es propio de la naturaleza de los cuerpos desinhibidos, desenfadados, para qué prescripciones esenciales que repriman la voluntad de los cuerpos en su posición. Mejor libertad... de movimiento, sabemos que a la corta se desatará el conflicto, pero conviene que la voluntad de organización se desate aquí, instaurando el Pacto Social constitutivo -La voluntad que se ata antes es el hito de la ortodoxia estamental feudal. Nada de moral y topoi tradicional para concebir los cuerpos, mejor techné que le abra "cancha" a la clase que se las trae...
El de Hobbes es el paradigma teórico - político más económico, de menor alcance y bien a la altura de las conquistas de la ciencia de su tiempo. En el inglés los cuerpos son referentes cuantificables, lo infinito todavía es externo, cuerpos sólidos localizables, capaces de formar parte de los órganos del todo civil. Incipiente episteme ya moderna.
miércoles, 20 de enero de 2010
Incauto intringulis sobre la reducción referida.
El capitalismo cognitivo (postindustrial) necesita capturar el mayor número de trabajadores con una característica especial: algún nivel de formación y de conocimientos adquiridos para que su capacidad laboral contribuya decisivamente a la valoración del capital. Así, el cognitariado necesita ser "educado", para ello se requiere la "reconversión" de la forma-escuela para adaptarla, y para ello están las gestiones educativas actuales, que a veces sin saberlo hacen los deberes.
En esta transición periférica del capitalismo argentino y latinoamericano, no sólo postindustrial, también no-industrial, las gestiones educativas "andan a tientas", tratando por sobretodo, transitar los años de gestión sin sobresaltos. Pero algo tienen que hacer, no vaya a ser que se los juzgue de meros administradores. Y hacen!, siempre "desde arriba", y qué proponen: se hace necesario reconvertir las cajas curriculares escolares para acomodarlas, a qué, no se sabe muy bien, dicen a la formación de los sujetos críticos, aunque en realidad ponen en práctica resonancias de los nuevos modelos de gestión empresarial. E irrumpe lo flexible, la formación permanente, el aprender para saber aprender, etc., digamos, necesidades de este capitalismo en transición. Así, se inventan y se multiplican nuevos espacios curriculares desde arriba, sin los análisis críticos que se requerirían. Ni se les ocurre poner al sistema en estado deliberativo y crear las condiciones (de invernadero) para que, descentralizadamente, los colectivos educativos se pregunten por el dispositivo "escuela" y puedan cuestionarse (cosa que sucede asistemáticamente en los pasillos de las escuelas) por las líneas de reconversión que se pretenden "bajar" desde las gestiones educativas; y puedan preguntarse, en definitiva, si los nuevos "ritos pedagógicos" propuestos por el general intellect pedagógico son los elegidos autónomamente por los colectivos.
En el torbellino de una sociedad capturada por los "modos" de vida producidos por el modo de producción capitalista postindustrial y no-industrial, las gestiones educativas "andan tanteando", pretendiendo renovar "pactos pedagógicos" reconvirtiendo las propuestas educativas, y no deben saber qué hacer con eso, que entre nos, llamamos filosofía!!.
Les urge y se plantean con mucha ambigüedad por cierto: necesitamos aprendizajes útiles (dicen: significativos, pero bue, se entiende), para que los sujetos ¡consigan trabajo! Bien, están bien intencionados, se proponen la inclusión... al capitalismo!
Y siguen: necesitamos conciencias críticas..., ¿cómo ahora se trata de criticar al capitalismo?... Se preguntan: ¿dónde encontramos las recetas para educar la ciudadanía contrahegemónica? Ah!!, en esas nuevas corrientes epistemólógicas... Se dicen: necesitamos "conciencias críticas" y no tanto eros platónico, ni mucho menos de la ironía cínica o la desesperanza trágica. Y del "jardín", mucho gusto, ¿qué es eso? Che, y con la filosofía, ¿qué hacemos?, y bueno dejala por ahí entre la colección enciclopédica curricular, no vaya a ser que los profes pongan el grito en el cielo.
Conclusión: todos contentos. Habrá laburo para todos.
Mientras tanto... en Trulala... la escuela y el sistema eduactivo sigue al garete. ¿No será hora de decir: ¡sombrero sombreritus convierteme en super Hijitus!? Y a empezar a dar zurra a los bandiditus (aquí, cada uno, seleccione a su Neurus).
En esta transición periférica del capitalismo argentino y latinoamericano, no sólo postindustrial, también no-industrial, las gestiones educativas "andan a tientas", tratando por sobretodo, transitar los años de gestión sin sobresaltos. Pero algo tienen que hacer, no vaya a ser que se los juzgue de meros administradores. Y hacen!, siempre "desde arriba", y qué proponen: se hace necesario reconvertir las cajas curriculares escolares para acomodarlas, a qué, no se sabe muy bien, dicen a la formación de los sujetos críticos, aunque en realidad ponen en práctica resonancias de los nuevos modelos de gestión empresarial. E irrumpe lo flexible, la formación permanente, el aprender para saber aprender, etc., digamos, necesidades de este capitalismo en transición. Así, se inventan y se multiplican nuevos espacios curriculares desde arriba, sin los análisis críticos que se requerirían. Ni se les ocurre poner al sistema en estado deliberativo y crear las condiciones (de invernadero) para que, descentralizadamente, los colectivos educativos se pregunten por el dispositivo "escuela" y puedan cuestionarse (cosa que sucede asistemáticamente en los pasillos de las escuelas) por las líneas de reconversión que se pretenden "bajar" desde las gestiones educativas; y puedan preguntarse, en definitiva, si los nuevos "ritos pedagógicos" propuestos por el general intellect pedagógico son los elegidos autónomamente por los colectivos.
En el torbellino de una sociedad capturada por los "modos" de vida producidos por el modo de producción capitalista postindustrial y no-industrial, las gestiones educativas "andan tanteando", pretendiendo renovar "pactos pedagógicos" reconvirtiendo las propuestas educativas, y no deben saber qué hacer con eso, que entre nos, llamamos filosofía!!.
Les urge y se plantean con mucha ambigüedad por cierto: necesitamos aprendizajes útiles (dicen: significativos, pero bue, se entiende), para que los sujetos ¡consigan trabajo! Bien, están bien intencionados, se proponen la inclusión... al capitalismo!
Y siguen: necesitamos conciencias críticas..., ¿cómo ahora se trata de criticar al capitalismo?... Se preguntan: ¿dónde encontramos las recetas para educar la ciudadanía contrahegemónica? Ah!!, en esas nuevas corrientes epistemólógicas... Se dicen: necesitamos "conciencias críticas" y no tanto eros platónico, ni mucho menos de la ironía cínica o la desesperanza trágica. Y del "jardín", mucho gusto, ¿qué es eso? Che, y con la filosofía, ¿qué hacemos?, y bueno dejala por ahí entre la colección enciclopédica curricular, no vaya a ser que los profes pongan el grito en el cielo.
Conclusión: todos contentos. Habrá laburo para todos.
Mientras tanto... en Trulala... la escuela y el sistema eduactivo sigue al garete. ¿No será hora de decir: ¡sombrero sombreritus convierteme en super Hijitus!? Y a empezar a dar zurra a los bandiditus (aquí, cada uno, seleccione a su Neurus).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)