sábado, 6 de diciembre de 2008

El cinismo del tiempo

El pensamiento totalitario no se lleva bien con el devenir temporal, y más con lo nuevo que ese devenir pueda traer. Las "anteojeras" de las categorías "totales", de la lógica-ontológica identitaria, al decir de C. Castoriadis, le llevan a tener recaudos sobre el devenir del ser-por-venir. Por ello, en general, concibe al tiempo como un problema a sortear, o bien, poco lo tiene en cuenta. Sucede que en el fluir ninguna "identidad" se puede solidificar, porque, piensa, sin repetición de la identidad substancial ningún "orden" se puede fijar, o "estructuralizar" inconscientemente (vaya esto para cierto psicoanalitismo).
Al pensamiento totalitario-monoteísta le disgusta el devenir de lo múltiple, de lo distinto, de lo asimétrico, de lo otro y de los otros. Le preocupa disciplinar para garantizar el devenir monotemático de lo mismo. En ese sentido, toda novedad radical la ve como peligrosa, subversiva; y sospecha de toda creación inmanente, aloja el ambito de la potencia creativa en la "trascendencia" ex nihilo, desde la "nada de la inmanencia", que no puede ser adviniendo, solo le conviene, piensa, ser repitiendo. Este modo de pensar el tiempo como novedad sólo si es instaurado desde una trascendencia superior ha adquirido en la historia del monoteísmo occidental varias maneras y distintos dispositivos de subordinación; y está enclavada en la subjetividad práctica del mundo occidental y cristiano.
Incluso se hace dispositivo teórico, tanto en el "mecanicismo", de la necesidad natural, como en el "finalismo" de la idea de Bien; instaurando planos (en los dos casos) de trascendencia para evitar que el fluir de la temporalidad repita la insistencia del deseo de los cuerpos y de su singularidad diferenciada. H. Bergson decía: "De este modo, concentrada sobre lo que se repite, preocupada unicamente por soldar lo mismo a lo mismo, la inteligencia (mecanicista o finalista) se aparta de la visión del tiempo. Le repugna lo que fluye y solidifica todo lo que toca. Nosotros no pensamos el tiempo real. Pero lo vivimos, porque la vida desborda a la inteligencia." (La evolución creadora, pag.63)
Recuperar nuestro tiempo, gozándolo materialmente, descodificando nuestros "cuerpos", es una premisa para devenir distintos; autónomos de los dispositivos de control, sean cuales sean. Para darnos el tiempo de ser nosotros mismos, dejando que fluya nuestro deseo de composición con uno mismo y con los otros. Por eso nuestro amigo Diogenes se masturbaba en la plaza pública de Atenas, para demostrarle a los poderosos que cierta vergüenza y pudor sustrae la individualidad deseante y la inscribe en el plano de una moralidad de subordinación y de organización de lo sexual; afirma que su placer le pertenece y no tiene por qué alienarlo en una historia colectiva represiva.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Imaginarios en resistencia.

Existe un vasto territorio social imaginario latinoamericano que resiste la imposición de los mitoides de la cultura occidental y cristiana. La substancia real imaginaria (siempre mutante y recreándose) de los pueblos originarios de América, e incluso de aquel mestizaje que se fraguó en una relación estrecha con la cultura aborigen, vive su realidad cotidiana al compás de sus mitos ancestrales; estos son presencia imaginaria vivida, salud de su vida cultural y espiritual. Y también rebeldía y desobediencia al dominador. Vivir el mito, vivir resistiendo el avasallamiento, vivir resistiendo el enajenamiento. El mito así vivido, al revés de lo que diagnostica el psicoanálisis no es trauma, es plenitud de vida. En este territorio imaginario no occidental el padecimiento tiene más que ver con una cierta transgresión del orden mítico, con su olvido. El mito no actúa desde el inconsciente, refugio ante la interdicción cultural. En “Hombres de maíz” de Miguel A. Asturias vemos esto palmariamente desde el inicio del relato, Gaspar Ilóm se retuerce en sus sueños por dejar que los “maiceros mercaderes” del proceder social capitalista violenten la Madre Tierra, interrumpiendo la mágica unión de los hombres con la naturaleza. Comprende el personaje que el olvido y la perdida del origen llevan a la opresión y al despojo. El mito actúa así como la substancia de la resistencia, de la liberación.
En estos territorios imaginarios resistentes la palabra es praxis, la praxis es palabra, la palabra es carne inmanente. La vida es relato vivido, entretejido en el hablar cotidiano realizándose, así se rehace y recrea. Vivir, viviendo míticamente, es la plenitud. Pensamiento en las antípodas de la acción propia de la modernidad. Sobre esta gramática mítica inmanente se concentrará toda la potencia destructiva del imaginario de la cultura occidental, al intentar reemplazar los mitos aborígenes por los mitos de la resignación y de la obediencia “paternal”.
Pero lo mágico, expresión de la vida resistente, hablado y vivido, cobra venganza; y así sigue “Hombres de maíz”. Gaspar es asesinado y el tiempo transforma la acción heroica en leyenda, en nuevo mito. En nuevo mito que ahora viven los vengadores de Gaspar. La praxis de la resistencia es nueva ocasión de urdimbre poética. Nuevamente la palabra cotidiana transitoria rehace la leyenda de la resistencia. El lenguaje temporaliza la resistencia y la memoria. El acontecer se entreteje de palabras. Pero en las palabras reside lo mejor y lo peor (Hölderlin – Heidegger). Las palabras pueden hacer perder ese vínculo con la vida, pueden ser ocasión de olvido, de resignación, de impotencia. Las palabras como dispositivos trascendentalistas instauran un plano de puridad que extravía la potencia de lo imaginario inmanente, creando dos mundos, separando lo mítico de su encarnadura poética. Y esta ha sido la operación territorial del pensamiento totalitario, monoteísta occidental. Desencarnar las palabras y colocarlas en un plano de permanencia inmutable, con pocas posibilidades de recreación. En ese territorio poco espacio queda para la resistencia.
Pero siempre hay posibilidades de recuperar, de crear, en la inmanencia, nuestra magia, nuestra ciencia, nuestras palabras.

martes, 21 de octubre de 2008

Justificación "EXTRA-ORDINARIA" del blog. A modo de Prólogo.

El amigo y compadre, filósofo, Sergio Bergallo, acercó por escrito esta reflexión: "Se trata (el blog "partisano")de una ola refrescante en el páramo de nuestro saber, ante todo una toma de conciencia de lo que impera y no debería de ningún modo pasarse por alto. En la constelación de este espacio abierto múltiples fragmentos encontrarían su lugar. Así y sólo como ejemplo, desde mi sentir percibo una articulación directa con un planteo de horizonte "politeísta". Sin una crítica radical de las estructuras sociales, económicas y políticas -que es lo que este espacio nos ofrece- tales fragmentos permanecerían en el desamparo."
Gracias, compañero filopartisano!!

Gramática académica de mercado.

El pintor y teórico del arte, Jean Dubuffet, nos propone la siguiente reflexión: “La casta dominante, apoyada en sus sabios (que solo aspiran a servirla e incluirse en ella, alimentados de la cultura elaborada por ella para su gloria y devoción), no pretende de ninguna manera, no nos equivoquemos, cuando pone a disposición del pueblo sus castillos, sus museos y sus bibliotecas, que este extraiga de ahí la idea de dedicarse a su vez a la creación. No son escritores ni artista lo que la clase dominante, gracias a su propaganda cultural, se propone crear, son lectores y admiradores.” Consumidores, digamos. Los dispositivos educativos del Estado Capitalista y la propia industria cultural del sistema “educan” para consumir y reproducir el consumo; incluso introyecta inconscientemente este comportamiento en los desempeños académicos aparentemente más insospechados. Los territorios de formación académica tradicionales, incluso aquellos que se presentan como de “excelencia”, subsumen a docentes, investigadores y estudiantes, en una “gramática” de carrera y de solvencia profesional atravesada por patrones de mercado. Para “circular y permanecer” en el ámbito de lo público solo legitima lo que se “compra” como adquisición, en tanto maximice el beneficio del curriculum vitae previamente legitimado. La adquisición de otro tipo de formación por fuera del mercado académico establecido, y por fuera del territorio público, es denegada como un lenguaje no apropiado y no investido de la lógica del “canon” hegemónico. Los curriculum académicos mapean esos trayectos del consumo de cursos, de congresos, coloquios, en los que participan muchos; y que consisten, en general, en explicar remanidamente, obsecuente y tozudamente, lo que otros han dicho y pensado. En donde, en general, abundan tesis escasamente relevantes y afirmaciones de re-interpretación poco originales en el sentido de conocimiento que proponga caminos de ruptura con el estado de cosas. De esta manera el individuo queda atrapado en el territorio de rutas amuralladas a ambas bandas y obligado a avanzar (o retroceder) en la dirección de la lógica y de la acción social académica típica propone. Incluso esta “lógica” de mercado académica desarticula esfuerzos alternativos de gestión de lo público; constituyendo la inercia de lo práctico inerte instituido, resistente a alternativas diferentes. Así circulan y permanecen por los espacios académicos tradicionales los lectores y admiradores, de la propia producción legitimada. Tal como nos lo enseña K. Mannheim, en “Ideología y utopía”, el campo práctico instituido por el capitalismo, sólo habilita ciertas posibilidades cognitivas. Y no solo ello, podríamos decir, también, cierto “temple”, cierto proceder intelectual.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Justificación y propuesta (2)

Vale ampliar la justificación para entender la propuesta. Bien podría entenderse a la filosofía como el pensamiento crítico que vuelve visible el peligro allí donde la vida común no lo ve, ¿qué peligro? El peligro de la vida componiéndose en la tristeza, cuando la vida es detenida en su impulso creador por los mecanismos de una voluntad de poder total que subsume no sólo la divergencia, sino que pone cada vida a disposición de ese poder. Heidegger calificaría este peligro, en la sociedad occidental contemporánea, como el peligro de la auto-imagen metafísica desplegada en el comportamiento técnico y del mero uso recursivo del mundo. El imperio del “concepto” en desmedro del “percepto” (en el sentido que Levi-Strauss le da) ha depotenciado la polisemia de producción de sentido de la vida; arrojando al “homo capitalista” al supremo objetivo de maximizar los beneficios y los usos de los recursos. Para aquellos renuentes a aceptar los dictados de la acción social hegemónica quedan los “síntomas”, neurosis varias, o en casos, anomias duramente reprimidas por el sistema. Pero hay más en los tentáculos del Uno occidental. El pensamiento total, de genealogía monoteísta, hunde sus raíces en las entrañas mismas del ethos occidental, devenido en los últimos siglos capitalismo depredador y capaz de hacer colapsar la vida misma de los seres humanos y la mayoría del mundo natural en el planeta.

Ante tamaña ocupación del pensamiento del Uno metafísico y de la globalización del comportamiento capitalista el filósofo no puede dejar de producir crítica, de visibilizar el ser fundante y a la vez des-fondante del mundo contemporáneo. Pero adoptando alternativas en su práctica teórica. Si el todo es lo no verdadero como nos enseñaba Adorno, la filosofía debe adoptar la estrategia del fragmento recuperado en su afirmación; sin nostalgias de metáforas totales, inficionadas de una ontología conceptuadora del ser como determinación final. Metáforas que se cuelan en todos lados, incluso en los lugares menos pensados, como en los dispositivos del Estado Moderno. Una “enfermedad mortal” anida en el corazón del Estado que lo condena a sobrevivir subsumiendo omnímodamente el espacio público a través de dispositivos pocos participativos; reproduciendo el “arriba” y el “abajo”, e instituyendo siempre un plano de trascendencia rector, fundado, en el caso del estado moderno, tal como lo propone Hegel, en la eticidad del espíritu absoluto deviniendo desde las mismas entrañas de Dios, del Dios Uno valga la aclaración.

Vemos así que la tarea del filósofo actual implica destruir, como bien vale la mejor traducción del Ser y Tiempo de Heidegger, la ontología del pensamiento heredado. Ardua tarea por la inmensa conquista de la metafísica occidental devenida, con prácticas acompañantes, mundo capitalista, que se ha expandido hasta los rincones más recónditos de la producción de subjetividad, y habita “coloreándolos” en casi todos los dispositivos del Estado moderno. De ahí la recuperación válida de la metáfora del partisano, del maquis, de todos aquellos que luchan por insurgir como vida diferenciada, desplegando sus propios pliegues sin culpas.

lunes, 6 de octubre de 2008

Justificación semántica y propuesta.

Corresponde justificar el nombre del blog. Muchos podemos ubicarnos semánticamente en los términos por separado. Sobre el concepto "filosofía" lo significo al modo que Deleuze lo hace, pensamiento crítico forjador de conceptos; lo de "partisana" o partisano viene del nombre del guerrillero, militante, que resiste, que se opone, a un ejercito de ocupación. La tradición política ha reservado ese nombre, como también el de "maquis" a aquellos grupos de milicianos resistentes a las ocupaciones fascistas (nazis, franquistas, etc.). La conjunción de los términos da temple a la propuesta, constituye el ánimo que la incentiva. Se trata de confrontar, a veces dialectizando, a veces afirmando en otra "banda", con el pensamiento autoritario, fundamentalista, fascista.
El pensamiento de la totalidad monoteísta (esta adjetivación se justificará más adelante), excluyente y tomador de la diferencia subsumiéndola y disciplinándola, tiene muchas facetas y formas de expresarse. Tiene tantos planos como la vida misma que pretende subsumir; tantos dispositivos como planos pretende instituir. El pensamiento trasunta una práctica, como bien Marx nos decía; y también la refuerza, la legitima o la deslegitima. El pensamiento totalitario coloniza nuestros operadores de validación para legitimar prácticas disciplinadoras de las anomalías y las diferencias. La vida es fluir diferenciándose en multiplicidad de genotipos que la práctica totalitaria codifica. Así, la práctica económica capitalista y la orientación significativa de la acción social que la hace posible "naturaliza" a la lógica del mercado individualista como la única posible, legitimando y validando el dispositivo trascendente de la "mano invisible" del mercado (y vaya si esto no se juega en el implacable univocismo trascendente) para "saldar" oportunidades y "habilitar el progreso social". La práctica política del Estado, a secas y sin importar direcciones, que abre el espacio público para luego cerrarlo e instituirse como sociedad política o sociedad pedagógica trascendente al plano de la multiplicidad civil, constituye una de las caras más complejas y desafiantes para el filósofo partisano; la faceta que, por su inconmovible legitimación, mas cuesta desenmascarar desde la resistencia social de la inmanencia. En el plano social hay religiones totalitarias, en general las monoteístas, que instituyen afectos discriminadores de otras creencias y la quimera en una potencia sobrenatural capaz de redimir totalmente al genero humano, como totalidad.
Hay muchas caras, muchas expresiones del totalitarismo, incluso en las opiniones que proponen una auto-imagen más alejada de los fundamentalismos; fenómeno que abunda en los dispositivos educativos y científicos.
El pensamiento totalitario "ocupa" muchos espacios de la vida, pretende ocuparlos a todos; declara como "no-ser" al que él no ocupa. Por esto, abro este espacio de resistencia para compartir reflexiones, "golpeando" al pensamiento totalitario, cualquiera sea su origen, tal como haría un partisano con un ejercito de ocupación, desterritorializando sus conquistas, en breves textos con algunos argumentos justificados para convocar a la reflexión y a la crítica.

domingo, 5 de octubre de 2008

Combatiendo la ocupación del pensamiento totalitario

Bienvenidos,
a todos los que quieran leer y reflexionar multiversalmente, resistiendo la ocupación del pensamiento totalitario.