lunes, 22 de agosto de 2011

Cristina, el poroto y la trama.

El triunfo de la presidenta Cristina Fernandez DE Kirchner ( el DE es importante para un/a peronista, para señalar pertenencia e indicar a quién se le debe lealtad) en la última consulta al padrón electoral (14.08.2011) ratifica, no tanto la continuidad del Poder del Estado, sino la confirmación del "estado del poder" en la Argentina. Por supuesto, es difícil intentar una exhaustiva "radiografía" del poder en el entramado social de la Argentina contemporánea. Pero es una tarea teórica necesaria. Ensayemos aproximaciones.
Foucault, Deleuze, Guatari y otros, han explicado que el Poder político no es una concentración en la que el Estado aparecería como el "único" ejecutante ético de valores que la sociedad promovería o padecería dialécticamente. Para ellos, el Estado, entre otras instituciones, es un dispositivo, una máquina que expresa de un modo temporal, el estado, la circulación, la fluidez de las formas intersubjetivas de ejercerse el poder. El Estado no es más que la expresión del modo hegemónico, dominante, en que se ejerce el poder en las relaciones sociales. ¿Y cuál es el modo común, que subsume otros, de circulación del poder en la Argentina?
Sin rodeos, el paternalismo populista ha calado hondo en las relaciones sociales de la sociedad argentina. Sin duda, el peronismo, sucedáneo de la ofensiva contrahegemónica católica iniciada a fines del siglo XIX contra la modernidad liberal, expresa del mejor modo el espíritu "argento" del bovarismo social. Aquel que deposita en una trascendencia el saldo de la impotencia propia, pura construcción imaginaria de la consciencia desgraciada cristiana. Saldo que se propone "pagar" a través de la sumisión a alguna otredad maquínica. En los tiempos premodernos era la Iglesia Oficial la encargada de la tarea; hoy, y en el caso concreto del giro corporativo del Estado Argentino, impreso en los últimos 70 años, se conformó un Estado "familiar", como "comunidad organizada" que sea capaz de contener la supuesta impotencia de los desfavorecidos. El peronismo es la mejor expresión de ese "bovarismo social", capaz de empuñar la maquinaria estatal con eficiencia; no tanto para forzar la regulación de la libertad predadora, sino para "mesetear" la pobreza, contenerla, "bajo el ala" de un estado paternalista. Ayer fue la Fundación Evita, hoy la supuesta "redistribución de la riqueza" en la forma de subsidios clientelares no transformativos, que sólo estimula el consumo de los fetiches del mercado; muy lejos de una efectiva transformación de las relaciones sociales con justicia social; por el contrario fortalecedores de la estructura social opresiva.
Gracias al "poroto", sojización demencial del espíritu del capitalismo agrario vernáculo, el Estado argentino logra una inmensa recaudación fiscal que luego convierte en subsidios a los grupos económicos, a la banca, entre otros grandes beneficiarios, y lleva adelante una redistribución "mesetaria" de la riqueza para sostener un mínimo consumo, que incluso fortalece a los mismos grupos económicos subsidiados por el otro lado. De un lado o del otro se contiene solo temporalmente la caída de la tasa del plusvalor de las grandes corporaciones económicas y se conserva la impotencia del acceso al consumo inmueble o potente de la mayoría de la población.
Mientras "la familia estatal" provea voy zafando, vamos zafando; sé, sabemos, que poco cambia; me cuesta, nos sigue costando, el acceso a la propiedad necesaria o al trabajo genuino; pero, ya vendrá, pienso, pensamos... un no sé qué. Entonces sigo, sigamos...; apuesto, apostemos a la "conservación" del gobierno; te acordás, nos acordamos, de la crisis en la que nos dejó el neoliberalismo que desmanteló el estado de bienestar argento-peronista anterior.
En los bordes del nihilismo actual y cercano, como intemperie permeable al microfascismo reaccionario; en la nostalgia de un estado de bienestar corporativo y protector, "evitista" o "evitador", que "(E)vita" otras relaciones sociales posibles; se sigue fortaleciendo con prácticas y con votos de "consulta" a un "estado paternalista del poder". Populismo, que muy católicamente se capilariza de abajo hacia arriba, y en el "arriba" del poder se condensa imaginariamente en el liderazgo paternal protector.
¿Quedará la socialdemocracia republicanista como alternativa a ésta trama social esbozada?. "Difícil que el chancho chifle"..., para que "chiflar" (cambiar prácticas, imaginar otras posibilidades), si el orden del patronazgo... de la granja nos convida migajas. Sobre si habrá "rebeliones en la granja"..., esperemos que por esta vez no sean los cerdos sus conductores.