miércoles, 15 de julio de 2009

Fragmento filosófico-político. 4

Una y otra vez la libertad regresa. El retorno de lo reprimido (Freud). Sin entrar en extensas consideraciones metafísicas podemos convenir que la posibilidad de decir "no" a un determinado estado de cosas, como así también a un "organismo social" que se pretende la "realización" de la armonía social, es una característica propiamente humana. El espíritu revolucionario, libertario, bien podríamos considerarlo un existenciario propio de los seres humanos. Si bien es cierta la "servidumbre servil", con su afectiva cupiditas servil, también es cierta su labilidad, su inestabilidad y su rechazo. El espíritu libertario siempre regresa, diciendo esto más como una constatación empírica que como un éxtasis romántico; y, parece, que siempre regresará, para seguir "molestando", tal como le molestaba al impune "Gran Inquisidor" de F. Dostoievski (en Los hermanos Karamazov), dispuesto a reprimir y a censurar todo brote de iniciativa libertaria, por fuera de la libertad positiva prescripta magisterialmente por la burocracia paternalista dominante. Ese relato ficcional de Ivan Karamazov tal vez sea, gracias a la genial pluma del escritor ruso, una de las páginas más descriptivas del "paternalismo político"; de aquel que se propone dar las condiciones (materiales) de la libertad y, sin embargo, negar la libertad misma, como bien explica I. Berlin.
Algunos paternalismos políticos magisteriales confían "religiosamente" en el axioma que presupone preferir la ampliación de las condiciones materiales de existencia antes que el amplio ejercicio de la libertad, especialmente la negativa. Confían, entregados a ciertos conceptos totales, en la posibilidad redentora de cierta armonía social en tanto se prescriban y se establezcan (coercitivamente) las condiciones materiales para el ejercicio de una "auténtica libertad" (positiva).
En una de sus vertientes, que aquí interesa desmontar, la estadolatría marxista basa su consigna medular en la proscripción del contrato laboral inintencional, lo que se conoce como el paso previo a la socialización de los medios de producción, primero con control estatal, para después (vaya a saber cuando) lograr a través de la pedagogía comunista la efectiva sociedad (intencional) comunista total. Estas condiciones proscriptivas abrirían las puertas de la armónica sociedad emancipada.
(Conviene profundizar y aclarar)
Es cierto que el contrato laboral capitalista es esencialmente inintencional, en general, las condiciones laborales son aceptadas inintencionalmente por los trabajadores. El capital subsume al trabajo vivo, es esta una verdad empírica que bien Marx ha expuesto. Y es claro, en estas condiciones, que el real ejercicio de la libertad se polariza del lado de la legalidad propietaria. Es este el meollo de la "libertad positiva" capitalista: de un lado los desapropiadores, del otro los desapropiados. Queda claro que la sociedad capitalista es la que menos respeta la propiedad privada in fieri de los productores. Ante estas condiciones, ¿qué propone el marxismo?: ante esta esencial libertad del capitalismo, el marxismo antepone dialécticamente su propuesta de libertad positiva con la proscripción magisterial de ese tipo de inintencionalidad laboral, proponiendo cambiar la matriz de producción y de apropiación privada del producto social. Proponiendo así otras condiciones sociales, otro tipo de "libertad positiva", convencidos, no sólo de crear así una más igualitaria distribución de la riqueza, sino también las condiciones de una sociedad más emancipada, con mayores posibilidades para el ejercicio de la "auténtica libertad".
Toda esta concepción se basa en el objetivo de edificar un organismo social total como ideal platónico, que sea a la vez capaz de "codificar moralmente" la "descodificación" (anárquica, en sentido peyorativo) capitalista de las pulsiones libidinales (G. Deleuze). Esa nueva codificación se ha llamado "hombre nuevo", orgánicamente integrado y disciplinado al conjunto social. Hombre (héroe) que se conseguirá tras una ardua tarea pedagógica y de ilustración, cuando éste sea capaz de cerciorarse del "saber absoluto" que se encuentra a su alcance.
Sin embargo, parece también cierto, que los conjuntos sociales son irreductibles a las pretensiones totales orgánicas, cualquiera sea. La sociedad constituye insistentemente tal "universo pluralista" (W. James) como existenciario colectivo que es imposible disciplinarla totalmente.
Las respuestas que se objetivizan ante la inintencionalidad de la desapropiación capitalista son variadas. Muchos se adaptan (coercitivamente o no) y construyen una identidad libre por fuera de la alienación económica que padecen. Otros se adaptan y se conforman concientemente con la expectativa de llegar algún día a ocupar la polaridad desapropiadora; otros resisten y se organizan para evitar los excesos de la explotación capitalista; otros "fugan" y se autonomizan; otros, incluso, se entregan al sin sentido... Vemos plurales respuestas.
Toda esta pluralidad es vista por el paternalismo estadolátrico marxista como desviaciones no deseadas, cargadas de una falsa conciencia manifiesta, producto de la alienación ideológica propia de la sociedad capitalista. Sólo reivindican la resistencia anti-capitalista como el germen de la dialéctica sociedad por venir. Proponen: la pluralidad (descodificada) económica es una etapa de la vida social que debe ser superada. Presuponen así, de nuevo aparecen los conceptos totales, un UNO superior y organizador del deber ser social. Un UNO superior, que como dispositivo trascendente e independiente de la vida social, planifique y diseñe la vida más allá del pluralismo intrínseco que ella manifiesta, en todos los aspectos, económico, político y cultural. Se justifican: queda aún, dicen, mucha tarea pedagógica por realizar, para disciplinar y construir el "hombre nuevo". Y dicen, justificando su organicismo, conviene más crear las condiciones para "satisfacer" una vida "digna" que los excesos de determinada libertad negativa.
Esta es la trampa dialéctica del monismo filosófico; llega a estas conclusiones presuponiendo una única respuesta auténtica a la desapropiación capitalista. Sin embargo, está visto, que incluso la resistencia anti-capitalista se pluraliza en diversas respuestas. Pero el monismo insiste: si la desapropiación es el fundamento del capital y, por lo tanto, de la sociedad capitalista, su proscripción abrirá las puertas de una nueva sociedad. Pero el monismo dialéctico comete el error ontológico de poner algo determinado (UNO) como fundamento del devenir de la realidad social, olvidándose de la plural indeterminación magmánica del imaginario instituyente social (C. Castoriadis), que le cuesta atarse a un solo fundamento por más magisterial e ilustrado que se proponga. La vida gusta diferenciarse.
Ahora bien, podemos preguntarnos: ¿Es necesario proscribir el contrato laboral libre para posibilitar una mayor potencia social emancipadora? Respondiendo apurado: considero que no. Bien puede ganar más espacios la resistencia anti-capitalista si el emprendimiento social libre y un estado más participativo logra crear las condiciones para el desarrollo de los agenciamientos sociales autogestivos. En tanto la libertad negativa como resistencia ante la opresión sea capaz de abrir las puertas alternativas a otros mundos, a muchos mundos. Porque, tal vez, el entramado rizomático de los agenciamientos sociales autogestivos ganen potencia y transformen en historia la tristeza social del capitalismo.

4 comentarios:

Ren dijo...

Comparto el rechazo a la biopolítica ejercida por los Estados (sean capitalistas o socialistas) que regulan la vida desde lo Uno. Rechazo todos los dispositivos que tienden a generar nuevos instituyentes sociales que nos opriman, sin embargo considero que para liberar las potencialidades hay que darles a todos/as las mismas herramientas, porque no es tolerable que un gurí tenga mayores condiciones materiales para estudiar que otro. Se deben generar las condiciones de posibilidad para que todos/as podamos ejercer al máximo nuestras potencialidades, por ello, el primer paso es un Estado Socialista (no como fin en sí mismo) sino como el primer paso (insisto) para la autonomía de todos/as, para luego crear nuevos mundos. La historia no terminará en el socialismo o el comunismo, porque la autonomía nos seducirá y generará nuevas líneas de fuga a esa forma de organización social que podría ser superada por la humanidad, hasta podríamos soñar con el anarquismo (como la mayor instancia de autonomía colectiva, sin líderes), pero para eso hay que dar los primeros pasos: Denuncias, luchas, resistencias...

Juan Rizzo dijo...

Renzo: sin meterme en el nudo del post (aunque me cae simpática la mención de James) me parece que es medio raro seguir con estas ontologías llenas de "potencialidades" que es necesario "liberar", etc. No tenemos idea de qué es lo que "podemos" hacer hasta que lo hacemos. Y aún después, resulta que nunca coincide exactamente con lo que teníamos pensado. Pero no porque haya "potencias escondidas" o "sometidas", sino porque todo este lío incierto es justamente lo que entendemos por "hacer". Últimamente ando medio contaminado de pragmatismo, pero la verdad que me tienen bastante convencido de que una buena teoría no es más que un buen plan. Y los planes, por definición, pueden fallar y fallan, siempre --al menos parcialmente--. Por la misma razón, siempre tienen éxito --también parcial--Si no fuera así, no habría razón para seguir planificando, o para intentar opciones nuevas. No hay nada de malo con las utopías, salvo que, por regla general, suelen ser una excusa que utilizamos cuando no se nos ocurre un buen plan para poner en práctica aquí y ahora.
Como no tengo idea de en qué consistiría realmente un estado socialista (no marxista, no leninista, etc), no puedo juzgar si es un proyecto interesante. Igual sería bueno tratar de ponerse de acuerdo sobre ello.
Saludos.

josé luis sabellotti dijo...

Estimado Renzo, coincido con tu comentario. Incluso lo que decís expresa las tesis básicas de "cierto" liberalismo (ojo, digo cierto, porque hay liberalismos que sólo bendicen la injusticia) Digo acuerdo, e incluso también acuerdo con tu síntesis del perfil de tu blog.
Estoy pensando en una especie de "mapa del último post", para seguir urgando en la crítica que quiero establecer. Apunto a un tema que voy vislumbrando como central: la nueva sociedad necesita SOLO "responder" dialécticamente a la desapropiación capitalista..., no será pensar así estar entrampado en un binarismo que incluso poco ayuda a una mejor sociedad.
Verás un temazo y claro una crítica al monismo dialéstico.
Al amigo Juan le digo que él nos advierte de cierto vicio esencialista, es verdad se suele entender a la "potencia" como eso que hay que liberar. Dice Deleuze: La potencia siempre está en acto... Esto lo empezo abrir el gran Nicolás de Cusa y luego por supuesto Spinoza. Tiene razón esa intuición de Juan, lo que se puede hacer es lo que se hace. No hay potencias ocultas. Otro temazo y el amigo Juan nos lleva a reformular toda una ontología de la potencia. Lo que sí, cruzando los dos comentarios, es cierto que hay obstáculos (sociales) que imposibilitan que uno pueda hacer y nos toca trabajar para ampliar la libertad de los otros, porque como dijo Bakunin, en esa frase (de neto corte spinociana) que me pone los pelos punta: "La libertad de los otros extiende la mía al infinito".
Saludos y gracias por debatir.

josé luis sabellotti dijo...

Estimado Renzo, coincido con tu comentario. Incluso lo que decís expresa las tesis básicas de "cierto" liberalismo (ojo, digo cierto, porque hay liberalismos que sólo bendicen la injusticia) Digo acuerdo, e incluso también acuerdo con tu síntesis del perfil de tu blog.
Estoy pensando en una especie de "mapa del último post", para seguir urgando en la crítica que quiero establecer. Apunto a un tema que voy vislumbrando como central: la nueva sociedad necesita SOLO "responder" dialécticamente a la desapropiación capitalista..., no será pensar así estar entrampado en un binarismo que incluso poco ayuda a una mejor sociedad.
Verás un temazo y claro una crítica al monismo dialéstico.
Al amigo Juan le digo que él nos advierte de cierto vicio esencialista, es verdad se suele entender a la "potencia" como eso que hay que liberar. Dice Deleuze: La potencia siempre está en acto... Esto lo empezo abrir el gran Nicolás de Cusa y luego por supuesto Spinoza. Tiene razón esa intuición de Juan, lo que se puede hacer es lo que se hace. No hay potencias ocultas. Otro temazo y el amigo Juan nos lleva a reformular toda una ontología de la potencia. Lo que sí, cruzando los dos comentarios, es cierto que hay obstáculos (sociales) que imposibilitan que uno pueda hacer y nos toca trabajar para ampliar la libertad de los otros, porque como dijo Bakunin, en esa frase (de neto corte spinociana) que me pone los pelos punta: "La libertad de los otros extiende la mía al infinito".
Saludos y gracias por debatir.