martes, 13 de enero de 2009

Sociedades heterónomas. (2)

En estos tiempos de crisis de civilización urge asestar un demoledor golpe, teórico y práctico, a la ideología y a los "institutos" por ella legitimados; aquellos que asientan su funcionamiento en el modelo metafísico trascendental, asegurando su "solidez" institucional fundándola, sosteniéndola, en un otro fantástico universal (Dios, el estado, la familia, la identidad, etc...), en un otro infinitamente trascendente.
Mucha pedagogía política insiste en la necesidad del "hecho trascendente" como ineludible y constituye un tópico mil veces enmascarado por la escritura filosófica política. Porque: ¿cómo justificar el poder del UNO si este no viene de "lo alto", de una alteridad trasmundana, libre de las convulsiones propias de la multiplicidad? ¿cómo lograr UNA eticidad realizada (racional), en tanto racionalización efectuada, sin la emergencia de un dispositivo opuesto a la sociedad civil que vuelva sobre ella para "organizarla"? Y confirmar así la presencia de lo Otro en lo otro y en los otros, presencia organizadora, controladora y disciplinadora.
Este orden político transitivo a servido de modelo para legitimar los "institutos trascendentes" y para darle una justificación a los estados modernos. Constituyéndose estos, por necesidad disciplinadora de la acción social burguesa, como modos "del ser político de la impotencia", donde toda intemperie, toda tragedia viene a quedar saldada por la trascendencia política UNA.
La metáfora del órgano y del "pastoreo" sirve para enlazar en heteronomía a la sociedad, barriendo el territorio social para el despliegue omnímodo del mercado capitalista. Creando los "dispositivos tras-" queda mediada la distancia entre lo imperfecto (lo múltiple, lo diferente, lo autónomo) y lo perfecto (el UNO). Estas metáforas imbrincan casi todo el imaginario político moderno. Estos dispositivos tras-, internalizan la "libertad en lo posible", en los espacios de los posibles instituidos. En vez de plurificar lo diverso estos dispositivos tratan de "purificar" lo diverso; el individuo es libre en tanto realice las posibilidades intrasistémicas.
Estas son las consecuencias del "monoteísmo político" occidental, secularización del monoteísmo religioso.

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