Cada día que pasa voy comprendiendo mejor a la vía sionista de la tradición judía como una vía "total"-totalitaria que traiciona la esencia fundamental del ser judío, al no dejar espacio, por subsumir, en su proyecto de "estatalidad nacional", no solo al Resto fiel de Israel que prepara la venida del Mesías, sino también el negarle a todos los pueblos la posibilidad de encontrar en Jerusalén "el centro" de una universalidad "revelada" y profética, muy capaz de poner siempre distancia de toda divinización de lo secular [Estatal]. En la que "lo judío" es solo el símbolo de un destino.
Como entendía Franz Rosenzweig la esperiencia judía, la vida judía, se despliega y contiene justificación como pueblo elegido, en la medida que mantenga distancia de las "nacionalidades". Por ello, definirse "israelí" de un Estado nacional es derogar, en la secularización efectuada, el estado de preparación que todo judío debe realizar para la espera del mesías.
Por lo tanto, considerarse el "Resto de Israel" como judío fiel y no israelita [ciudadano de un estado-nación] es "partisanía" de vida judía, asi como partisanía creyente y filosófica.